Cada vez es más común escuchar en consulta ''creo que tengo una intolerancia'', ''siento que este alimento no me hace bien''. En ocasiones incluso, se eliminan alimentos de la dieta aleatoriamente por miedo a que nos sienta mal o porque nos autodiagnosticamos una intolerancia. Ante esta situación ¿Qué debemos hacer?
Anota tus síntomas
Una herramienta muy útil que nos puede ayudar mucho a los profesionales sanitarios es que comas con normalidad y durante varios días anotes tus síntomas: hora, frecuencia, síntomas y con qué alimentos te ocurre.
Esto puede sonar engorroso, pero puede ahorrarnos mucho tiempo posteriormente para realizar un diagnóstico o decidir qué pruebas médicas son necesarias.
2. Acude a tu médico a realizarte pruebas
Los ejemplos más comunes son la intolerancia a la lactosa o al gluten.
En el caso de la intolerancia a la lactosa, una prueba consiste en la realización de un análisis de sangre, para detectar la presencia de glucosa en sangre antes y después de haber ingerido un preparado que contiene lactosa; y por otro lado la prueba de hidrógeno en el aliento. Para ello se le hace al paciente respirar dentro de unas bolsas herméticas, antes y después de haber ingerido un preparado con lactosa, con la frecuencia horaria que se le marque, a la vez que se comprobará la reacción automática de la ingesta del preparado (aumento del volumen abdominal u otras molestias físicas, como dolor, espasmos…). En función de los resultados obtenidos en cada fase, el test se podrá alargar varias horas. Posteriormente, se analizará el hidrógeno de las bolsas o recipientes de aliento para obtener un diagnóstico detallado.
Ambas pruebas son muy sencillas y no tienen efectos secundarios.
En el caso de una intolerancia al gluten se realiza una prueba sanguínea. En el caso de que los resultados sean negativos o se necesite una mayor comprobación, puede ser necesario una biopsia del intestino.
Además de esto, puede que pensemos que tenemos una intolerancia pero que se trate de otro tipo de problema que de esta forma, podremos diagnosticar y tratar (por ejemplo, alteraciones en la estructura del intestino, otro tipo de intolerancia, parásitos o bacterias dañinas, etc.).
3. Acude a un nutricionista
Si te detectan alguna intolerancia o sensibilidad, no elimines alimentos de forma aleatoria o sin recomendaciones claras de cómo proceder con tu dieta. Si eliminamos grupos de alimentos también eliminamos nutrientes, por lo que es necesario balancear la dieta con otros alimentos o combinaciones. Además, no todos los alimentos ''sin lactosa'' o ''sin gluten'' son saludables, y debemos aprender a distinguirlos, además de aprender a cocinar y preparar otros.
En algunos casos va a ser necesario también, repoblar la microbiota intestinal o sanar el intestino, lo que nos va a llevar tiempo, y en estos casos, también necesitaremos de recomendaciones dietéticas específicas.
4. Huye de los autodiagnósticos o personas ajenas no sanitarias
''Me han dicho que esto puede ser...'' ''conozco a alguien que le pasa hizo esto y le funcionó'', ''me recomendaron este suplemento...''.
Cada cuerpo es único y debe ser tratado como tal. Aunque este tipo de recomendaciones se hagan de buena fe o incluso pueden ser acertadas, siempre es mejor tomarnos en serio nuestra salud y acudir a profesionales médicos para hacernos las pruebas que sean necesarias y poder llevar a cabo los cambios necesarios para sentirnos bien.
Autora: Gloria Lorenzo Ferreira
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