6 preguntas que te ayudarán a descubrirlo
Comer de forma emocional es algo que todos hacemos en algún momento y es totalmente normal e incluso saludable. El problema es cuando nuestra alimentación se convierte en la única forma que tenemos de gestionar nuestras emociones y comenzamos a tener problemas fisiológicos y psicológicos que nos afectan en nuestro día a día.
De forma simplificada, podemos diferenciar dos tipos de alimentación:
Física o instintiva, es decir, la que se produce debido a una sensación de hambre
Alimentación emocional, la que se realiza debido a una necesidad emocional (soledad, frustración, ansiedad...).
Podemos diferenciar claramente ambos tipos de alimentación siguiendo las cuestiones:
El ciclo de la alimentación física sería:
¿Por qué como? Porque necesito energía.
¿Cuándo quiero comer? Cuando tengo hambre.
¿Qué como? Lo que yo elijo.
¿Cómo como? Intencionalmente, porque tomo la decisión de comer.
¿Cuánto como? Suficiente para satisfacer mi hambre.
¿Dónde gasto mi energía? Viviendo mi vida (trabajando, estudiando, descansando, haciendo deporte, socializando, con mi familia...)
En el proceso de la alimentación emocional, las respuestas cambian considerablemente:
¿Por qué como? Por impulso.
¿Cuándo quiero comer? Por circunstancias externas y emocionales.
¿Qué como? Tentaciones o comida que me reconforta.
¿Cómo como? Sin control, rápidamente y en secreto.
¿Cuánto como? Hasta que me termino la comida o me siento demasiado lleno.
¿Dónde gasto mi energía? En superar la circunstancia emocional.
Es importante destacar que en la alimentación emocional la cantidad de alimento nunca llena lo suficiente, porque lo que se está intentando no es superar una necesidad física, sino más bien psicológica y emocional, y con el sustituto del alimento (o fumar o cualquier otra sustancia) no es posible.
La alimentación emocional sigue el siguiente continuo:
1. Alimentación física vs. por estado de ánimo: la persona empieza consumiendo reducidas porciones en situaciones que no necesita una alimentación por necesidad (sino por sufrimiento, estrés, aburrimiento...).
2. Efecto ansiolítico: ese consumo le sirve para aliviar su ansiedad, por lo que el organismo aprende que la comida es la respuesta al malestar emocional.
3. Necesidad de mayor cantidad de alimentación para encontrar alivio: el organismo se habitúa, por lo que va necesitando mayores cantidades de alimento para encontrar el efecto ansiolítico.
4. Sobreingesta emocional: este efecto de dependencia adictiva a la comida es la respuesta que sirve para calmar el malestar emocional con porciones cada vez más grandes.
5. Atracones: este continuo puede derivar en situaciones más graves, como pueden ser episodios descontrolados de atracones.
Si te encuentras en esta situación, quiero que sepas que es posible relacionarte de otra forma con la alimentación con ayuda profesional y vivir la vida que deseas.
Autora:
Gloria Lorenzo Ferreira
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